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| Mabel F. Corral. Foto de César Quián |
—Desmontemos los tópicos: Neutralidad suiza frente a una gallega que supuestamente ni sube ni baja. ¿Quién da más?
—Lo suyo es un orden, una autodisciplina... Lo más fácil de todo es ser jefa en Suiza. Son respetuosos, educados y les gusta la puntualidad.
—Tan puntuales como los relojes que fabrican, pero ¿no acaba siendo aburrido tanto orden?
—Al principio, me parecían casi extraterrestres. Aún sabiendo el idioma, no les entendía ni los chistes. Y hoy me parto de risa.
—¿Es usted ahora la extraterrestre?
—Yo ya no soy ni de aquí ni de allá, es lo de siempre. Al principio yo buscaba España en Suiza. Lo comparaba todo. Ahora ya no.
—¿Qué es lo que más echaba de menos?
—La espontaneidad, nuestra alegría... Hasta que los conoces bien. Porque ellos también son así, pero de una manera diferente. No son tan expresivos. Y si te esfuerzas, te abren todas las puertas. A los cuatro años de llegar allí, yo ya era jefa.
—El Hospital Insel es uno los más importantes del país, con 7.000 trabajadores, 38.000 hospitalizaciones y 300.000 consultas. ¿La sanidad pública puede ser de calidad?
—Es imposible que la sanidad pública no cueste nada. Allá todos ayudamos a que sea así. En España aún se empieza a hablar ahora del copago; en Suiza, es algo habitual desde siempre.
—¿Cree que nuestro modelo sanitario es insostenible?
—Insostenible. Y por eso va perdiendo calidad. En Suiza tienes la posibilidad de ser un enfermo privado en un hospital público. También puedes ser medio privado o general, según el tipo de seguro que tengas. La calidad asistencial y médica es prácticamente la misma, pero puedes comer a la carta o tener una habitación privada, por ejemplo.
—¿Y eso no conduce a un elitismo sanitario?
—Es la única manera de mantener el sistema. Es elitista, naturalmente, pero es la realidad. También aquí hay quien puede ir a un buen restaurante o tener un buen coche y quien no.
—Pero estamos hablando de la sanidad. El derecho a una prestación de calidad debería ser el mismo para todos.
—La prestación es la misma. Cambia la calidad de la hospitalización, como el hecho de estar solo en la habitación.
—¿Y las listas de espera?
—¡Pero si allí no existen! Estuve de practicante en Galicia y veía las mesillas de noche llenas de medicamentos. ¿Quién paga todo eso? En Suiza, el farmacéutico te da las pastillas contadas, para evitar ese despilfarro.
Suiza busca profesionales de la enfermería en España. Mabel Fernández Corral es una de las cuatro personas seleccionadas por el Hospital Insel de Berna (Suiza) para entrevistar a los candidatos. Las personas interesadas pueden enviar su currículo a enfermeria@carepers.ch.
—Así que nosotros formamos bien a nuestros profesionales, pero luego se los llevan ustedes.
—En Suiza hacen falta enfermeras y aquí, en cambio, están en la calle. Es así.
—¿Cómo son las condiciones laborales?
—La jornada de trabajo es de cuarenta y tres horas a la semana, con cinco semanas de vacaciones y diez días de festivos al año. En Galicia son cuarenta horas a la semana, aunque depende del servicio.
—Y los sueldos son más altos allí.
—Sí, pero la vida es mucho más cara también. Un 30 % más, calculo.
—¿En quién debe recaer el peso de la gestión en los hospitales?
—Yo, como supervisora, dispongo de un presupuesto, así que controlar el gasto y fomentar el ahorro es mi responsabilidad. Tengo treinta enfermeras a mi cargo que son evaluadas cada año.
—¿Y esa evaluación se hace en función del ahorro?
—No solamente. Se evalúa todo su trabajo. Tanto el trabajador como el paciente deberían mentalizarse del ahorro. En Galicia, si un médico no te receta nada, piensas que no es buen médico y no es así. Nos va a todos en el bolsillo. El suizo es muy consciente de que el sistema es él.
