miércoles, 7 de agosto de 2013

María Lemos, directora de Acompañarte: "Es patológico estar solo más de nueve horas al día"

Lemos con trabajos de los usuarios. Foto de Paco Rodríguez

Hay soledades que llegan tras una separación o un traslado. Y otras que se sienten aunque uno esté rodeado de gente. «Se entiende por soledad patológica cuando una persona está sola más de nueve horas al día», explica María Lemos (Vigo, 1969), responsable del departamento de acción social del Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa, con sede en A Coruña. El programa Acompañarte, pionero en España, ha ayudado a salir del aislamiento social a 175 usuarios desde el 2010. 


—¿Cómo se combate la soledad a través del arte? 
—Un museo es un espacio amable, ajeno a lo que pueda ser una terapia. En España, la enfermedad mental todavía remite a Jack Nicholson destrozando la puerta con un hacha. Pocos saben que, en la sanidad pública, las citas de psiquiatría son las únicas que se espacian diez minutos para que un paciente no se cruce con otro. 

—Hay países en los que tener un psicoanalista de mano suena bien, pero aquí es un estigma. 
—Sí, al MAC llegan pensando que se van a encontrar a un médico con una camilla. Y, en cambio, utilizamos el arte como una herramienta para hacer amigos. 

—¿El arte es solo la excusa? 
—El arte es el eje sobre el que pivotan todas las actividades. Es la excusa que ponemos para que todos los miembros del grupo tengan que reflexionar, explicarse, hablar... Hacemos, por ejemplo, juegos de pistas con obras de arte, que tienen que localizar por equipos en el museo.

—Se lo pasan pipa. 



—Se lo pasan muy bien. No sé por qué se tiene la idea de que un museo solo es para gente que entiende de arte. 

—Muchas personas se esconden detrás del «yo es que no entiendo de eso». 
—Los museos están escapando cada vez más de esa idea. 

—Se están abriendo más que nunca a la sociedad. 
—En los años noventa se hizo un esfuerzo muy importante por adaptar los museos de manera espacial, pero hay otros niveles de adaptación que son más sutiles. Estas personas no solo vienen a su cita de los jueves, sino que acaban participando en las inauguraciones, conferencias, cursos y eventos que organiza el museo. Por ejemplo, hay algunos que no son capaces de ir a un cine, pero a la sala de proyecciones que tenemos aquí, si que vienen. Y es como un cine, prácticamente. 

—¿Porqué le llamaron «Acompañarte » al programa? 
—Porque cuando estás acompañado todo lo que te pasa en la vida es más llevadero. La soledad es de las peores cosas que puede haber. Es algo que te vence, que puede contigo.  
—No somos conscientes del daño que nos puede hacer. 
—Si sientes que eres importante para alguien, tu felicidad se incrementa. Los participantes en Acompañarte, cuando empiezan el programa, no son capaces de identificar a dos personas o a dos amigos a los que poder llamar si necesitan algo. Pueden estar toda una semana sin recibir una llamada de teléfono. 

—¿Un correo electrónico o un chat no cuenta? 
—No. Que chatees con alguien te puede dar la sensación de que tienes una vida social, pero sigues estando solo. Las personas que acuden a nuestro programa no tienen una especial facilidad para establecer relaciones sociales. Porque sino, ya habrían acudido al centro cívico a apuntarse a un curso gratuito de cerámica, por ejemplo.

Acompañarte organiza talleres de fotografía, cine, modelado, libros o teatro, pero son actividades que siempre se tienen que realizar en equipo. Así no les queda más remedio que interaccionar entre ellos. 
—Todas las sesiones están pensadas para que sea precisa la colaboración en grupo. El programa está concebido como un entrenamiento. Les entrenamos en habilidades sociales. 

—La timidez no tiene un origen genético. ¿Uno puede dejar de ser tímido si se lo propone? 
—¡Claro! Es cierto que tu carácter puede facilitar o no que establezcas relaciones sociales pero, psicológicamente, es más determinante el contexto: si estás sin trabajo, si tienes una autoestima muy baja, si rechazas tu imagen... Todo eso te puede. 

—¿Y ahora les reconocen que ya no se sienten tan solos? 
—Al principio, solo salen de casa un día a la semana y es para venir aquí. Cuando finalizan el programa, te dicen que esto ha supuesto un cambio en su vida, que les ha animado a emprender otras actividades. Es muy gratificante. Y resulta curioso el cambio físico que experimenta la mayoría. Cuando no tienes vida social, tampoco te arreglas. 

—¿Alguno se echó para atrás? 
—Sí. Hay usuarios que vienen un par de veces y no continúan. Eso es que no son capaces de salir, ni siquiera con apoyo, de su situación de aislamiento social.