domingo, 24 de marzo de 2013

"Vivimos un mes en el concello para evitar el cierre"

Pilar Oviedo: encabezó la defensa del Hospital Militar de A Coruña en el año 1995
(Entrevista escrita por Loreto Silvoso y publicada el 24 de marzo en La Voz de Galicia. La foto es de Paco Rodríguez)

"La gente nos traía de todo: churros, pulpo y hasta empanada de mejillones"

"Los ciudadanos no son plenamente conscientes del peso que tienen. Nosotros éramos cuatro y movilizamos a toda el área sanitaria de la provincia"

"Llegamos a cantarle en directo a las cuatro de la madrugada a Encarna Sánchez"

Pilar Oviedo Lareo (Malpica, 1947) nunca fue una sindicalista de cabreo constante y salivación excesiva. Colocaba titulares a conciencia. “Sabía que en medio de mis declaraciones tenía que soltar alguna frase contundente”, sonríe, pícara. Su tesón le hizo enfrentarse a los jefes, ministros y presidentes de la época con un solo objetivo: que el Hospital Militar no se cerrase y se integrase en la sanidad pública. Y lo consiguió.

_En enero de 1995 les dicen que el Hospital Militar tiene fecha de cierre, el 31 de julio. ¿Cómo fue luchar contra esa espada de Damocles todo el tiempo?
_La noticia del cierre nos pilló de sorpresa.Y eso que había señales: el volumen de trabajo había descendido, a la Guardia Civil ya no se le daba asistencia y el personal civil tenía opciones a ir a entidades privadas. Te lo iban sacando todo poco a poco. Es como lo que está pasando ahora en Madrid con la sanidad pública


_Cuando ve las protestas de ahora en defensa de la sanidad pública, ¿tiene la sensación de estar viviendo un "déjà vu"?
_Se vuelve a repetir todo, pero ahora con más agresividad. Cuando empezaron con las "marea blanca" contra la privatización, llamé a mis compañeros de CCOO de Madrid para darles un par de consejos. Tienen que hacer cosas que llamen mucho la atención. Y fíjese si se repite todo, que también los trabajadores de la fábrica de armas coruñesa protagonizaron un encierro ese mismo año. Y ahora vuelven a estar igual.

_Usted peleó para que el Militar se integrase en el Sergas.
_Fuimos a Madrid y en el Ministerio de Defensa nos dijeron: "Pierden el tiempo, el hospital se cierra". Y yo les contesté: "¿Nos jugamos algo a que no se cierra?". A partir de ahí, perdí la cuenta de cuántos despachos recorrimos, fueron seis años de pelea. Hicimos todo lo posible para conseguirlo y así fue.

_Lo consiguieron por la "turra" que dieron, vamos.
_(Risas) ¡Claro! Yo eso lo digo muchas veces. La primera manifestación importante que hubo en A Coruña fue la de la capitalidad, pero la segunda fue la nuestra. Desde salir por la noche con antorchas hasta vivir un mes en el Ayuntamiento para evitar el cierre. Una vez, me lancé al coche oficial del ministro de Defensa, que por entonces era Julián García Vargas, para pedirle una entrevista.

_¿Sus guardaespaldas no se lo impidieron?
_Lo intentaron, pero no pudieron. Estábamos convencidos de que teníamos la razón.

_Contaron con el apoyo de toda la ciudad.
_Totalmente. A Coruña se volvó, pero ese apoyo hubo que ganárselo al principio, no se crea...

_¿Cuánto duró su encierro en el Ayuntamiento coruñés?
_Fueron 27 días. La gente nos traía de todo. En la cafetería de enfrente, el Noray, tuvieron que habilitar una nevera para nosotros. Recuerdo a una señora de Lorbé que llegó con una empanada de mejillones. Palau nos trajo una fuente de pulpo y Álvaro Someso, churros los domingos por la mañana. La peluquera venía a cortarnos el pelo. El responsable de UGT, Xosé Carrillo, nos prestó unas colchonetas para dormir. ¡Hasta la Tuna de Veteranos vino a rondarnos! Y los futbolistas del Deportivo se pusieron el lazo verde.

_También se quisieron encerrar en la Catedral de Santiago.
_Sí. Había una cumbre hispano-alemana. Estaban Felipe González y Helmut Kohl en Santiago. El objetivo era conseguir una entrevista con Fraga, cosa que al final logramos, por cierto. Llegamos a dormir en la plaza de Platerías rodeados de cuatro lecheras [furgonetas] de la Policía Nacional. Hasta llamaron a los GEOS, pero vinieron solo seis y pudieron hacer poco frente a nosotros. El deán trató de convencernos para que nos fuéramos de allí.

_¿Cree que ahora los ciudadanos no están saliendo en defensa de la sanidad pública como deberían?
_Creo que los ciudadanos no son plenamente conscientes del peso que tienen. Nosotros eramos cuatro y movilizamos a toda una ciudad y a toda el área sanitaria de la provincia de A Coruña hasta Finisterre. Nunca nos cerraron un despacho. Fuimos los primeros que hicimos lo del lazo verde. Y fue el único Hospital de toda Defensa que se salvó.

"Tenemos en A Coruña un hospital militar, es un hospital de primera, aunque lo quieran abandonar...". Los trabajadores del Militar coreaban esta y otras muchas canciones hasta que nació el hoy Hospital Abente y Lago, integrado en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). "La integración en el Chuac también fue problemática. Hubo mucho que limar", recuerda Oviedo.

_¿El nombre les convence?
_Yo hubiera preferido el "Hospital de la Ciudad", que fue uno de los nombres que se barajó. Porque considero que este es el hospital que la ciudad pidió y el que la ciudad consiguió. Mucha gente le sigue llamando el Militar. Y hay quien le dice también el “Ventilado”, en vez del Abente y Lago. Pues sí, ¡es bastante "ventilado"! (Risas).

_¿Se quedó con "mono" de protesta después de todo aquello?
_Sentí un vacío enorme. Tuve mucho "mono" de protesta y de que me sonase el teléfono con algún periodista al otro lado.

_Una madrugada le cantaron en directo a Encarna Sánchez.
_Estábamos encerrados en el Ayuntamiento y ella tenía el programa de noche. Un día, a las cuatro de la mañana, la llamamos y nos pusimos a corear nuestras consignas en directo.

_Tras jubilarse el pasado mes de diciembre, el próximo día 5 le hacen una fiesta de despedida. ¿Se va con tristeza?
_Me voy encantada porque siento que he tenido algo que ver con este edificio y eso me hace sentirme orgullosa de lo que hicimos. Esto es más que mi casa. Este hospital tiene magia.